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Los Libros Infantiles prohibidos… (Parte 1)

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IMG_1453En aquella época oscura de nuestra Argentina, que comenzó en 1976, las prohibiciones se instalaron en todos los frentes… En la bibliografía editada para niños y niñas también…” Los militares se sentían en la obligación moral de preservar a la niñez de aquellos libros que —a su entender— ponían en cuestión valores sagrados como la familia, la religión o la patria…”

Algunos de los fundamentos expuestos para sacar libros de circulación, dirigidos al público infantil, se exponen en una nota del Diario La Nación  del 15 de setiembre de 1976, respecto de dos obras puntuales. Leelos aquí abajo:

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Todo debía ser controlado y, al respecto “… Gran parte de ese control era ejercido a través de la escuela, tal como demuestran las instrucciones de la ‘Operación Claridad’ (firmadas por el jefe del Estado Mayor del Ejército, Roberto Viola), ideadas para detectar y secuestrar bibliografía marxista e identificar a los docentes que aconsejaban libros subversivos. Las indicaciones incluían:

(1) Título del texto y la editorial.

(2) Materia y curso en el cual se lo utiliza.

(3) Establecimiento educativo en el que se lo detectó.

(4) Docente que lo impuso o aconsejó.

(5) De ser posible se agregará un ejemplar del texto. Caso contrario, fotocopias de algunas páginas, en las que se evidencie su caracter subversivo.

(6) Cantidad aproximada de alumnos que lo emplean.

(7) Todo otro aspecto que se considere de interés…”

En esta primera entrega del tema que nos convoca profundizaremos dos de las obras censuradas. ¿Las vemos a continuación?:

 a) La Torre de Cubos de Laura Devetach

Los cuentos de la autora cordobesa hablaban de la vida cotidiana: los padres que trabajan, las familias alecturas-TorreCubos-Tapa las que no les alcanzaba el dinero y se editaban en una época en que la literatura infantil recién comenzaba a consolidarse… La dictadura intentó encorsetar este desarrollo, al principio destacando palabras que desaconsejaban, como por ejemplo: alpargatas (debía usarse el término: calzado)…

En un artículo de “Página 12” del 7 de enero de 2008 encontré un buen análisis acerca de por qué se prohibió esta obra. Leelo acá:

“A los decretos del P.E. que prohibieron la circulación y distribución de los libros Ganarse la muerte de Griselda Gambaro y Un elefante ocupa mucho espacio de Elsa Bornemann, disponiendo el secuestro de los ejemplares donde éstos se encontraran, (decretos Nº 1101 y 3155 de 1977) les sucede el paradigmático caso del libro La torre de cubos, de Laura Devetach. En 1979, el Ministerio de Educación santafesino lo prohíbe oficialmente por resolución Nº 480 del 23 de mayo, la que, al ser publicada en diarios y transmitida mediante circulares y boletines a los institutos de enseñanza media, adquirió carácter nacional.

En Santa Fe se advirtió que se hallaba ‘en circulación la obra La torre de cubos de la autora Laura Devetach, destinada a los niños, cuya lectura resulta objetable…’ ya que ‘del análisis de La torre de Cubos se desprenden graves falencias:

Cuestionamientos ideológicos-sociales.

Carencia de estímulos espirituales y trascendentes.

Centran su temática en aspectos sociales como crítica a la organización del trabajo, la propiedad privada y al principio de autoridad.

Enfrentan grupos sociales, raciales y económicos con base completamente materialista.

Cuestionan la vida familiar.

Distorsionan la imagen de los adultos.

Algunos de los cuentos-narraciones incluidos en el mencionado libro atentan directamente al hecho formativo que debe presidir todo intento de comunicación.

Recurren a metáforas confusas y giros de mal gusto.

En vez de ayudar a construir, llevan a la destrucción de los valores tradicionales de nuestra cultura’.

Por tal abanico de razones, el Ministerio santafesino resolvió prohibir el uso de La torre de cubos de Laura Devetach en todos los establecimientos educacionales de su órbita, medida que se trasladó a las restantes jurisdicciones, operando su diseminación mediática y social.

Fragmento de «La planta de Bartolo», cuento de La torre de cubos, de Devetach:

«El buen Bartolo sembró un día un hermoso cuaderno en un macetón. Lo regó lo puso al calor del sol, y cuando menos lo esperaba, ¡trácate!, brotó una planta tiernita con hojas de todos colores.

Pronto la plantita comenzó a dar cuadernos. (…) Bartolo palmoteó siete veces de contento y dijo:

-Ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos!

¡Pobrecitos los chicos del pueblo! Estaban tan caros los cuadernos que las mamás, en lugar de alegrarse porque escribían mucho y los iban terminando, se enojaban y les decían:

-¡Ya terminaste otro cuaderno! ¡Con lo que valen!

(…)

Bartolo salió a la calle y haciendo bocina con sus enormes manos de tierra gritó:

-¡Chicos!, tengo cuadernos lindos para todos!

Pero (…) el Vendedor de Cuadernos se enojó como no sé qué.

Un día, fumando su largo cigarro, fue caminando pesadamente hasta la casa de Bartolo. Golpeó la puerta con sus manos llenas de anillos de oro: ¡Toco toc! ¡toco toc!

-Bartolo -le dijo con falsa sonrisa atabacada-, vengo a comprarte tu planta de hacer cuadernos. Te daré por ella un tren lleno de chocolate y un millón de pelotitas de colores.

-No -dijo Bartolo mientras comía un rico pedacito de pan.

-¿No? Te daré entonces una bicicleta de oro y doscientos arbolitos de Navidad.

-No.

-Un circo con seis payasos, una plaza llena de hamacas y toboganes.

-No. (…)

-¿Qué querés entonces por tu planta de cuadernos?

-Nada. No la vendo.

-¿Por qué sos así conmigo?

-Porque los cuadernos no son para vender sino para que los chicos trabajen tranquilos.

-Pues entonces -rugió con su gran boca negra de horno- ¡te quitaré la planta de cuadernos! -y se fue echando humo como la locomotora.

Al rato volvió con los soldaditos azules de la policía.

-¡Sáquenle la planta de cuadernos! -ordenó.

Los soldaditos azules iban a obedecerle cuando llegaron todos los chicos silbando y gritando, y también llegaron los pajaritos y los conejitos.

Todos rodearon con grandes risas al vendedor de cuadernos y cantaron «arroz con leche» mientras los pajaritos y los conejitos le desprendían los tiradores y le sacaban los pantalones.

-¡Buen negocio en otra parte! -gritó Bartolo secándose los ojos, mientras el Vendedor, tan colorado como sus calzoncillos, se iba a la carrera hacia el lugar solitario donde los vientos van a dormir cuando no trabajan».

La solidaridad, núcleo de este cuento, constituyó un blanco sobre el que apuntaron los militares con toda su artillería. Hasta la irrupción militar del 76 predominaron movimientos en que ella venía de mano de la acción gremial -prohibida a partir de ese momento-, de partidos políticos -prohibidos-, de movilizaciones sociales y huelgas que reivindicaban mayor participación en la riqueza, -prohibidas-, en síntesis, de planteos y estrategias conjuntos, a fin de que un cambio de estructuras sustituyera la beneficencia. El cuento ‘La planta de Bartolo’, de Laura Devetach (como «El año verde» del libro de Elsa Borneman también censurado) sintetizan actitudes mancomunadas con las que el Proceso se ensañó. Una campaña de la Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación se encargó de rediseñar la ingeniería solidaria. Con rígidas pautas de desarrollo fueron encaradas sus instrucciones (dispuestas por la circular Nº 269 del 5 de agosto de 1977), las que fijaron fechas de comienzo y fin, cómo efectuar el lanzamiento y las ideas fuerzas que mostraban el cambio de viento.

En el vacío social generado, la Secretaría de Información Pública enseñó, taxativamente y con ejemplos normativos, cómo se ejercía la solidaridad: Donación de 40.000 pesos de Manuel Belgrano para construir escuelas. Investigador de la fiebre hemorrágica que contrae el virus investigando una vacuna contra la enfermedad. Colectivero que desvía su vehículo para llevar al hospital a una mujer en trance de alumbramiento o a persona en grave estado. Donación del señor Alfredo Fortabat para la construcción de la escuela técnica de Olavarría. Donaciones de escuelas por parte del señor Roger Balet, en el territorio nacional. Radioaficionados que se movilizan para conseguir remedios provenientes del exterior, médicos, etc. Madrinazgos de personas que protegen a niños abandonados. Acompañantes de enfermos. Dadores de sangre sin fines de lucro. Asociaciones como ALPI y LALCEC. Fundaciones empresarias de bien público (Ford, Rissuto, etc). Servicio sacerdotal de urgencia. Alcohólicos Anónimos. Servicio telefónico de Asistencia al Suicida. Devoluciones de valores encontrados en la vía pública.

En tal contexto, la solidaridad se redujo a la órbita de las empresas privadas, a gestos aislados de inspiración individual o de asociaciones circunscriptas a un cometido de alivio. ‘El terror sólo puede reinar absolutamente sobre hombres que se aíslan unos de otros; por lo tanto, una de las preocupaciones fundamentales de todo gobierno tiránico es provocar ese aislamiento (…) Los seres humanos aislados son impotentes por definición’, señala Hannah Arendt.

Cada punto ‘escandaloso’ que se achaca a ‘La torre de Cubos’ de Laura Devetach lo ‘revela’ como material escrito conquistado por el enemigo. Desde ahí éste tomaba la palabra, convirtiéndolo en arma. En consecuencia, el texto era el enemigo. Como tal se lo combatió y ‘fusiló’ «.

b) Otro de los libros prohibidos, que ya fue mencionado en párrafos anteriores, llevaba por título : “Un elefante ocupa mucho espacio” de Elsa Bornemann

elefante-ocupa-mucho-espacioEn 1976, este libro fue elegido para integrar la Lista de Honor del Premio Internacional «Hans Christian Andersen», otorgado por International Board on Books for Young People, con sede en Suiza. Un año después era prohibido en nuestro país por relatar una huelga de animales. El Decreto, fechado el 13 de octubre de 1977, incluía también a El nacimiento, los niños y el amor, de Agnés Rosenstiehl, editado —junto al de Bornemann— por Librerías Fausto.

Señalaba el decreto militar: «En ambos casos se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo (…) De su análisis surge una posición que agravia a la moral, a la Iglesia, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone

Les propongo abordar la lectura de uno de los cuentos del libro. El mismo se titula: “El año verde”

«Asomándose cada primero de enero desde la torre de su palacio, el poderoso rey saluda a su pueblo, reunido en la plaza mayor.

Como desde la torre hasta la plaza median aproximadamente unos setecientos metros, el soberano no puede ver los pies descalzos de su gente.Tampoco le es posible oír sus quejas (y esto no sucede a causa de la distancia, sino, simplemente porque es sordo…)

–¡Buen año nuevo! ¡Que el cielo los colme de bendiciones! –grita entusiasmado, y todas las cabezas se elevan hacia el inalcanzable azul salpicado de nubecitas esperando inútilmente que caiga siquiera alguna de tales bendiciones…

–¡El año verde serán todos felices! ¡Se los prometo! –agrega el rey antes de desaparecer hasta el primero de enero siguiente.

–El año verde… –repiten por lo bajo los habitantes de ese pueblo antes de regresar hacia sus casas

– El año verde…

Pero cada año nuevo llega con el rojo de los fuegos artificiales disparados desde la torre del palacio… con el azul de las telas que se bordan para renovar las tres mil cortinas de sus ventanas… con el blanco de los armiños que se crían para confeccionar las puntosas capas del rey… con el negro de los cueros que se curten para fabricar sus doscientos pares de zapatos… con el amarrillo de las espigas que los campesinos siembran para amasar –más tarde– panes que nunca comerán…
Cada año nuevo llega con los mismos colores de siempre. Pero ninguno es totalmente verde…
Y los pies continúan descalzos… Y el rey sordo.

Hasta que, en la última semana de cierto diciembre, un muchacho toma una lata de pintura verde y una brocha. Primero pinta el frente de su casa, después sigue con la pared del vecino, estirando el color hasta que tiñe todas las paredes de su cuadra, y la vereda, y los cordones, y la zanja…
Finalmente; hunde su cabeza en otra lata y allá va, con sus cabellos verdes alborotando las calles del pueblo:–¡El aire ya huele a verde! ¡Si todos juntos lo soñamos, si lo queremos, el año verde será el próximo!

Y el pueblo entero, como si de pronto un fuerte viento lo empujara en apretada hojarasca, sale a pintar hasta el último rincón. Y en hojarasca verde se dirige luego a la plaza mayor, festejando la llegada del año verde. Y corren con sus brochas empapadas para pintar el palacio por fuera y por dentro. Y por dentro está el rey, que también es totalmente teñido. Y por dentro están los tambores de la guardia real, que por primera vez baten alegremente anunciando la llegada del año verde.
–¡Que llegó para quedarse! –gritan todos a coro, mientras el rey escapa hacia un descolorido país lejano.Ese mes de enero llueve torrencialmente. La lluvia destiñe al pueblo y todo el verde cae al río y se lo lleva el mar, acaso para teñir otras costas…

Pero ellos ya saben que ninguna lluvia será tan poderosa como para despintar el verde de sus corazones, definitivamente verdes. Bien verdes, como los años que –todos juntos—han de construir día por día».

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Tal vez podrías trabajar estos dos cuentos, que aquí colgué, con los niños y niñas de la escuela Primaria y también con los futuros docentes, en los Institutos…

Si bien, el calendario fija el 24 de marzo como un día muy especial para los argentinos y argentinas pienso que todos los días son propicios para trabajar por la Memoria, la Verdad y la Justicia… ¿Empezamos desde mañana incluyendo estos contenidos en la praxis cotidiana?

Hacenos llegar tus sugerencias y los registros de cómo te fue y qué-cómo enseñaste-aprendiste y qué-cómo aprendieron-enseñaron tus alumnos y alumnas.  Sarita

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