Ser Docente … Ser Educador (Primera Parte)

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tizas¡Hola!

Hoy trataré de presentar la temática que abordaremos a partir del próximo jueves… La misma se enmarca en los lineamientos de la Pedagogía Crítica, específicamente en las aportaciones de Paulo Freire.

 Así, profundizaremos (vos y yo) las siguientes problemáticas:

 a- La compleja labor docente en el aula,

 b- su relación con el alumno,

c- la trascendencia de su tarea en su propia formación y transformación con el otro, en y con el mundo,

 d- las características de la práctica cotidiana y los posibles saberes que debe poseer el docente para intervenir en ella y

 e- la posibilidad del encuentro entre docente y alumno/a como sujetos históricos creativos, transformadores de la realidad y su mundo.

Me parece importante, antes de comenzar la semana que viene con los tópicos planteados arriba, efectuar algunas consideraciones.

La primera de ellas es comentar que Freire no hace referencia al papel del educador en un determinado Nivel del Sistema Educativo. En sus escritos se refiere más bien al papel del docente, a su práctica educativa desde la visión de una educación problematizadora y liberadora.

 Su pensamiento estuvo muy influido por filósofos como Fromm, Sartre, Kosik, Heller, Mereleau Ponty, Weil, Marcuse, entre otros y por ello se entiende que su legado comience con la definición de la persona humana como ser inacabado y, por esto mismo, con capacidad para realizarse, humanizarse en la realidad histórico-cultural. Esto se efectúa a través de la toma de conciencia: “…La conciencia es conciencia del mundo: el mundo y la conciencia juntos, como conciencia del mundo, se constituyen dialécticamente en un mismo movimiento, en una misma historia…” (Freire, 1994)

 Esto que acabo de apuntar explica que las personas debemos objetivar el mundo historizándolo, humanizándolo, reconocernos como sujetos con posibilidad de hacernos libres en nuestro mundo y con el mundo. Debemos ser sujetos activos de la historia, del mundo y la educación. De aquí se desprende una conclusión muy importante, que ya hemos abordado en publicaciones previas a la de hoy, y es la siguiente: si la toma de conciencia permite que nosotros y nosotras como humanos, nos humanicemos, la educación necesariamente debe posibilitar la toma de conciencia y la misma humanización de las personas y su mundo. A esta educación la llamamos: Educación Liberadora, Problematizadora.

No me extenderé mucho en lo que acabo de expresar porque ya lo hemos tratado, pero a los fines del abordaje que vamos a efectuar juntos debo explicitar, una vez más, que Freire señala a este tipo de Educación como la herramienta central en el proceso de transformación de la humanidad. Es una Educación que ayuda y motiva al sujeto a pensar por sí mismo, a tener una posición activa frente a la vida, a creer en la comunicación con los demás, a dialogar, porque sólo a través del diálogo se construye el nuevo saber… El diálogo, a través de la palabra, es la herramienta fundamental que permite la comunicación y la manifestación de la realidad del mundo histórico-cultural.

Esto que acabo de puntualizar me provoca la siguiente pregunta: ¿Qué tipo de Educación se privilegia en nuestro País, en nuestra Provincia? ¿Qué posibilidades tiene la Educación Problematizadora de efectivizarse en la Formación del Docente Argentino y Formoseño?

Ahora bien (y aquí viene la segunda consideración que quiero hacer), sabemos que la Educación responde a una realidad que es cambiante, dinámica y, por lo tanto, a lo histórico y cultural lo que implica que se adecua al mundo social. Por eso es que el sentido que se le da a la Educación en un País, en una Región, depende de la perspectiva desde la cual ésta se entienda: Domesticación o Liberación.

Si en estos momentos te preguntara, a ti que me lees, cuál de las dos eliges, seguramente dirías fuerte y claro: “¡liberación!”, pero… ¿Cuántas de nuestras prácticas responden a la cultura del diálogo, cuántas son liberadoras?, ¿cuántas de nuestras prácticas responden a la cultura del silencio, cuántas son resabios de la Educación Bancaria? ¿Qué posibilidades tienen nuestros alumnos y alumnas de crear conciencia crítica, de humanizarse, a través de nuestras prácticas? ¿Por qué la mayoría de los alumnos y alumnas son más proclives a adaptarse al mundo que a transformarlo? ¿Por qué los chicos y chicas minimizan su creatividad, su criticidad?

Si esto es así, es que algo no estamos haciendo bien ¿no?, porque si esto está sucediendo nuestra práctica pedagógica está negando la realidad vital de los educandos, los estamos inmovilizando, los estamos formando en una realidad pasiva, fija, sin movimiento, les estamos impidiendo que, al menos, reparen en la posible transformación del mundo…

Si esto nos está pasando, en mayor o menor medida, estamos entonces necesitando (en forma urgente) reflexionar que la educación no es la transferencia del saber, sino el encuentro entre interlocutores que buscan “… la significación de los significados…” diría Freire. ¿Cómo, cuándo, de qué manera seaprehenden esos significados? Sólo cuando pueden tomar conciencia de su realidad histórico-cultural, cuando son capaces de no repetir ni fragmentar el conocimiento, sino abordarlo de manera holística y crítica, cuando son capaces de escuchar (que no es lo mismo que oír) a través del diálogo, cuando son capaces de encarnar la solidaridad entre la reflexión y la acción.

Pregunto, me pregunto: ¿Provocamos todo esto que acabo de redactar en nuestros alumnos y alumnas y en nosotros mismos, a través de nuestras prácticas cotidianas?… En 1994, Freire expresaba: “… No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende, que no sea praxis. De ahí que hay que decir que la palabra verdadera sea transformar el mundo…” y más adelante: “… El educador ya no es sólo el que educa sino aquel que, en tanto educa, es educado a través del diálogo con el educando, quien, al ser educado también educa. Así ambos se transforman en sujetos del proceso en que crecen juntos y en el cual ‘los argumentos de autoridad’ ya no rigen…”

Cuando esto sucede, la actividad por parte de los sujetos ya no es pasiva porque ambos (docente y alumno/a) se transforman en sujetos del proceso de crecimiento, lo que permite una  Educación como Práctica de la Libertad, una Educación Democrática.

Para finalizar nuestro encuentro de hoy quiero decir que si bien hemos crecido mucho en estos años de Democracia, creo que la sociedad de hoy día nos presenta un reto interesante y que parte de la propuesta de repensar, rever la forma en que estamos llevando a cabo el proceso educativo en las aulas, la forma en que estamos “formando” a los futuros docentes y la importancia que tiene el poder visualizar a la educación como una posibilidad de cambio y transformación humana, social y cultural.

Hoy más que nunca el educador es fundamental en esta tarea, porque la labor educativa que debe desempeñar (que debemos desempeñar) es la de trascender el espacio áulico: nuestra labor no está solamente en la escuela sino también en el mundo mismo y con los otros.

En síntesis, la sociedad de hoy nos desafía a que, a través de nuestra práctica educativa, nos constituyamos como seres humanos libres, capaces de trascender nuestro ser y que, en relación dialéctica con nuestros alumnos y alumnas, podamos favorecer las condiciones para que también ellos y ellas descubran, se formen, se transformen y alcancen su libertad como sujetos activos e históricos. Libertad que favorecerá en ambos (ellas y ellos con nosotros y nosotras) la esperanza en la transformación de una sociedad con más justicia y con más democracia.

¿Acepto el reto, el desafío? ¿Lo aceptamos?

No nos apresuremos en responder… Antes bien, reflexionemos todo esto que se acaba de expresar y encontrémonos dentro de siete días en nuestro Rinconcito de “Reflexiones Educativas” para continuar con esta temática, por demás apasionante.

¡¡Hasta entonces!!    Sarita

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