¡¡Hola!!
Hoy es un día muy especial ¿verdad?…
En primer lugar porque inauguramos un nuevo ciclo lectivo, lo que constituye un hito central en la vida de cualquier escuela. Es este el momento en el que se pone en marcha uno de los procesos humanos más dignificantes: el de la educación formal. Es aquí donde se encuentran (en un momento y espacio común) las expectativas de toda la sociedad encarnadas en los miembros de la comunidad educativa.
Ahora bien, las expectativas de la comunidad, así como los objetivos educativos, no son homogéneas, mucho menos monolíticas en una sociedad democrática y plural. Por esta misma razón, y al ser la escuela un reflejo de la sociedad, puede leerse la institución escolar como un espacio de y para la construcción de consensos. En tal sentido, sería importantísimo que, desde la conducción escolar, se bregara por la contemplación de todos los intereses sectoriales que, obviamente, adhieran a los pilares fundantes de la escuela. Porque para quienes dirigen instituciones educativas, debe constituirse en desafío la consideración e inclusión de los intereses sectoriales en un proyecto que antepone el bien común al bien individual.
¿Sabés?, en las escuelas circulan desde las ideas y opiniones más juiciosas a las más prejuiciosas, de las más fundamentadas a las más desinformadas; pasando por sensaciones, percepciones globales y emociones. Todas estas corrientes conforman la realidad social, constituyen la ideología que sustenta las acciones.
Y en este sentido, la pregunta resulta obvia: ¿cuál es, en tanto educadores, nuestra labor?… Creo (en el sentido de estar convencida) que la respuesta no se hace esperar: nuestra labor como docentes es procurar la mayor racionalidad posible, esto implica promover el ideal de hombres y mujeres pensantes, reflexivos. Hombres y mujeres con ideas firmes, con convicciones debidamente justificadas y con la plasticidad suficiente para ceder cuando se trate de incluir y de crecer.
Y esto implica llevar el tema al terreno de la ideología, al de la construcción de un discurso racional. Porque sin ideas no hay personas y sin ideología no hay reflexión posible, es que necesitamos promover personas que reflexionen sobre las ideas: las propias y las ajenas.
Pero para que esto sea posible, se necesita la compañía de ciertos valores básicos: la humildad y el respeto que son centrales para abrirnos y escuchar la verdad del otro, de la otra. Para que el otro y la otra escuchen la nuestra y, juntos, poder educarnos. Esto es, ser cada vez mejores personas, mejores ciudadanos.
Esta es la finalidad última de la propuesta educativa 2015, y quienes asumimos la responsabilidad de llevarla adelante, necesitamos trabajar enserio para consolidar ese camino.
Si ustedes, los alumnos y alumnas, los papás y las mamás comparten estas ideas, invítenlos a que se sumen con la crítica fundada que surge de la mirada (acerca de la realidad) seria y responsable; con la construcción de acuerdos; con la auto-disciplina y la autonomía para ejercer con conciencia la libertad, para reclamar por los derechos y cumplir con los deberes. Sólo desde allí podremos ser personas libres: al emanciparnos de la esclavitud de la ignorancia a la que muchas veces nos arrastran los medios de comunicación, al liberarnos del presente avasallante que nos imponen los colonizadores de siempre, al trabajar obstinadamente por una sociedad inclusiva que sepa leer la realidad desde la sensibilidad, la justicia y el bien común.
Llegados a este punto, una aclaración: cuando hablo de sensibilidad no quiero decir con esto “sensiblería” que está constituida por emociones desenfrenadas que adhieren a posturas efímeras, emociones desencadenadas por los artífices de la mayoría de las manipulaciones… Cuando hablo de sensibilidad me refiero a aquella que ve más allá de lo aparente, para captar la esencia, para comprender la realidad desde miradas diferentes.
La sensibilidad nos compromete… ¿Te das cuenta qué importante es esto? Cuando alguien puede explicar la realidad y, además, es capaz de comprometerse, estamos en presencia de un ciudadano que busca el bien común… Ese ciudadano queremos formar. Ya sé que no es tarea fácil. Hay muchos, a veces demasiados modelos y estímulos que se encargan de boicotear esta posibilidad…
También el día de hoy es importante porque asististe al Acto de Inauguración del Ciclo Escolar 2015… ¿Te preguntaste qué sentido pudo tener ese Acto de inauguración de un nuevo Año Académico, en la escuela donde desarrollás tu práctica cotidiana? Yo creo que no se trata de entender este retorno a las aulas como un acto repetitivo y protocolar. Definitivamente regresar a las labores de formación (en los distintos Niveles del Sistema Educativo) tiene un significado dialéctico y simbólico que es necesario enfatizar y que debe entenderse como una invitación a los profesores, profesoras y estudiantes a participar activamente en la vida académica de la Institución.
La vida académica en la escuela no se puede reducir a la asistencia a las aulas para la instrucción. Para quienes estamos de acuerdo con los postulados de la Pedagogía Crítica, empezar un nuevo año implica persistir en el estudio, la investigación, la reflexión, la acción constructiva en favor del progreso de la Provincia y de la Nación. Por ello, el Acto de Inauguración del Año Académico 2015 es para nosotros, la renovación del compromiso docente con la enseñanza y el aprendizaje…
Renovación del compromiso que implica entender que enseñar no es “transferir conocimientos”, tampoco es “la acción a través de la cual un sujeto creador da forma, estilo o alma a un cuerpo indeciso y acomodado”
Renovar el compromiso de enseñar como Docentes Progresistas significa darse cuenta que no existe docencia sin dicencia, que ambas se explican a sí mismas y sus sujetos. Por eso Freire, en “Pedagogía de la Autonomía” señalaba que, “…a pesar de las diferencias que los distinguen…Quien enseña aprende al enseñar y quien aprende, enseña al aprender”
¡¡Buen Inicio Escolar 2015!! Sarita
